* Fue en Veracruz donde el pequeño Luis tuvo su primer contacto con las artes marciales al practicar karate. Sin embargo, la disciplina deportiva se combinaba con largas jornadas de trabajo para ayudar a su madre. “Vendía gelatinas en los camiones, trabajaba de chalán de albañil, hacía lo que podía para tener para los camiones e ir a entrenar», relató
Luis Ronaldo Rodríguez, conocido en el mundo de las artes marciales mixtas como el ‘Lazy boy’, no es solo un luchador que se abre paso en la UFC. Es un joven de 25 años que ha convertido su vida en un símbolo de lucha, perseverancia y fe. Con apenas dos peleas en la Ultimate Fighting Championship, el chiapaneco ya ha dejado huella y, con dos victorias, ha puesto en alto el nombre de México.
Su camino hacia las grandes ligas no fue fácil. Antes de llegar al octágono más famoso del mundo, Luis pasó cuatro años en la LUX Fight League, compitiendo en promociones regionales donde cosechó numerosas victorias. Desde sus inicios, este joven se destacó no solo por su habilidad en la jaula, sino también por su capacidad de superar adversidades.
Tras su última pelea, visiblemente emocionado, Luis agradeció a su fe: «Gracias Dios, gracias Señor por esta oportunidad, soy un morrillo que salió de las calles de Veracruz, estoy viviendo mi sueño. ¡Viva la raza mexa, viva la raza, señores! ¡Aquí está este morrillo albañil, vendedor de dulces, viendo su sueño! ¡Sí se puede! ¡Somos guerreros! ¡Soy un guerrero de Dios! Me siento bendecido, Señor, ¡gracias!», exclamó al borde del llanto, recordando su difícil camino al éxito.
ABANDONO DEL PAPÁ
Luis Ronaldo nació el 7 de mayo de 1999 en Jiquipilas, Chiapas, pero gran parte de su vida transcurrió en Coatzacoalcos, Veracruz. La falta de oportunidades en su estado natal llevó a su familia a mudarse a Veracruz, donde la necesidad económica se convirtió en el mayor obstáculo. Su padre migró a Estados Unidos en busca de una vida mejor, como miles de mexicanos que intentan cumplir el sueño americano. Sin embargo, la familia nunca volvió a saber de él, un golpe duro que obligó a Luis a tomar un rol clave en el hogar desde una edad temprana.
Fue en Veracruz donde el pequeño Luis tuvo su primer contacto con las artes marciales al practicar karate. Sin embargo, la disciplina deportiva se combinaba con largas jornadas de trabajo para ayudar a su madre. “Vendía gelatinas en los camiones, trabajaba de chalán de albañil, hacía lo que podía para tener para los camiones e ir a entrenar», relató el ‘Lazy boy’ con orgullo.
Con el tiempo, una academia de artes marciales mixtas le ofreció una beca tras ver su gran potencial, lo que le permitió entrenar de manera formal. Pese a las adversidades, Luis nunca dejó de trabajar y competir. Acumuló 22 peleas amateurs antes de que decidiera dar un paso crucial en su carrera: mudarse a la Ciudad de México.
LA FAMILIA, LA MOTIVACIÓN
La capital representaba una nueva oportunidad para él, y no dudó en enfrentar el reto con la misma determinación que lo había llevado a superar las adversidades de su juventud. «Fue el hambre de salir adelante y de ya no pasar carencias, de vivir en casas abandonadas o de arrimado con mi familia. Quería darle un futuro mejor a mis hijos y a mí, hermano», confesó el peleador, demostrando que su motivación siempre fue su familia y el deseo de una vida mejor.
El 24 de febrero de 2024, el sueño de Luis se hizo realidad. Tras un fallido intento por entrar a la UFC, finalmente recibió la llamada que tanto había esperado: debutaría en la categoría peso pluma contra el ucraniano Denys Bondar. Con una victoria contundente (16-2), el ‘Lazy boy’ celebró su triunfo con un emotivo discurso: “Me siento bendecido, Dios ha sido muy bueno conmigo. El hecho de estar aquí, un niño que vendía gelatinas en los camiones, ya es una victoria. Yo ya soy un campeón».
Pero Luis no se conforma con ser un campeón en su mente. Su objetivo es claro: convertirse en el próximo gran campeón mexicano de la UFC. “Soy un guerrero de la vida, hermano, y voy a escribir mi nombre en los libros de historia. ¡Viva México, chinga!”, gritó al terminar su primera gran victoria en la UFC.
EL RESPETO A BASE DE GOLPES
Luis no olvida su dura infancia. Las imágenes de su madre sufriendo y siendo humillada por la pobreza, las carencias extremas que lo llevaron a invadir casas abandonadas para tener un lugar donde vivir, y las experiencias con el crimen organizado en Veracruz, son recuerdos que lo marcaron para siempre. “Mis amigos se metían a esos grupos y luego aparecían en bolsas. Eso me despertó, me hizo cambiar mi realidad. Nunca fui bueno ni para bailar ni para cantar, dijera el ‘Rocky’, pero sí para tirar ching**, porque el respeto me lo tuve que ganar agarrándome a golpes en la calle”, recordó con una mezcla de dolor y orgullo.
Hoy, el ‘Lazy boy’ es más que una promesa en la UFC. Es el reflejo de la resistencia y fuerza del pueblo mexicano, que sigue adelante a pesar de las dificultades. En cada golpe que lanza, lleva consigo las luchas de su vida y las de miles de mexicanos que, como él, sueñan con cambiar su destino.