“AFICIÓN DEPORTIVA”
Por: Román Martínez
CANCUN, mayo del 2014.- El equipo del “pueblo”, los Potros de Hierro del Atlante, le quedó a deber a la afición y a las autoridades de Quintana Roo, porque cuando llegaron, en el 2007, ganaron el campeonato de fútbol de primera división profesional, al vencer en emotiva final a los Pumas de la UNAM, pero después, conforme pasó el tiempo, se “tiraron a la hamaca”, se descarriaron y fueron decayendo hasta terminar como el peor equipo, descendiendo y todo por no ponerle amor a la camiseta, lo que ocasionará que los amantes del soccer se privarán de ver a los equipos grandes, en el estadio Andrés Quintana Roo, que se acondicionó y se le invirtieron millones de pesos para convertirlo en su casa.
Esa desilusión pesa mucho en la afición local, la cual solo pudo ver que en las filas de los Potros incluyeran a uno cuantos jugadores del patio como Daniel Arreola, quien ahora juega en el Pachuca; Nápoles, en el Cruz Azul y el último, Jorge Calvo, hijo de la senadora Luz María Beristain, ya que los directivos a pesar de que firmaron convenios, como el que suscribieron con la escuela de fútbol soccer del Sindicato de Taxistas, nunca le dieron la oportunidad a jóvenes talentosos que bien hubieran puesto en alto el nombre del equipo del pueblo y el de Cancún.
El Atlante, al que hasta la energía eléctrica del estadio le pagaba el gobierno, con los impuestos de los contribuyentes, solo en sus inicios fue capaz de motivar a la afición futbolera de esta ciudad, cuando obtuvieron triunfos que hicieron pensar que sería un difícil contrincante en casa, pero todo se vino abajo porque su directiva prefirió hacer más negocio económico, vendiendo a sus estrellas y eso terminó costando que el equipo nunca tuviera un buen plantel, prueba de ello las derrotas consecutivas y el cambio de entrenadores, de los que solo se salvan el profesor Cruz, que los hizo campeones y Miguel “Piojo” Herrera.
Alejandro Burillo, Miguel Ángel Couchonal padre e hijo y José Antonio García, dueño y directivos de los azulgrana no supieron valorar todo el apoyo, que con el dinero del verdadero pueblo y de los impuestos de los benitojuarenses y quintanarroenses y una parte de recursos de la federación, se les otorgó, porque el gobernador, Roberto Borge Angulo, en su afán de contar con fútbol de primera división profesional, que sirviera para unir a la sociedad, no dudó en dar lo que fuera necesario, empezando por ampliar el estadio olímpico Andrés Quintana Roo, que esperamos no se convierta en un elefante blanco, pues bien pude servir como cancha de los Pioneros que juegan en el Cancún 86, que no tiene comparación y han destacado en esta administración municipal, ya que al alcalde, Paul Carrillo le gusta este deporte y los ha hecho campeones.
Es increíble que en el tiempo que el Atlante estuvo en primera división aquí en Cancún, los directivos y sus entrenadores no le hayan dado oportunidad a más jóvenes benitojuarenses, ni quintanarroenses de mostrar que tienen cualidades para representar dignamente el balompié local, prueba de ello son los resultados que los adolescentes que nos han representado en las Olimpiadas Nacionales han logrado con la obtención de medallas de primeros lugares, lo cual contribuyó a que los habitantes y familias de la localidad se fueran olvidando de ir a apoyar a los Potros, aunado a que los boletos, cuando el equipo iba bien los dieron muy caros y en las últimas fechas, ni regalados los quería la afición.
Lo sentimos también por los integrantes de la Porra Aliento, que nunca dejaron de apoyar a los azulgrana, porque hasta ensayaban en las noches en el estadio Cancún 86, para influir en el rendimiento de los jugadores, pero terminaron decepcionados y la mayoría lloró y sufrió cuando vieron que en la cancha no había un equipo sólido, que no le echaba las ganas, ya que cada jugador hizo lo que quiso, menos fútbol de conjunto.
Por eso, creemos que hasta los jugadores atlantistas que son padres de familia lamenten haber terminado como últimos y que hayan descendido, porque sus hijos y familia tendrán que buscar donde vivir y volver a empezar, pues como reza el refrán “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”, máxime que en Cancún se vive bien y se respira aire puro, además de ser un polo turístico de fama mundial, con las mejores playas del mundo y el mar azul turquesa de aguas cristalinas, que no tiene comparación y porque como profesionales de fútbol de primera división ganan sueldos extratosféricos, por hacer lo que supuestamente más les gusta y sin haber estudiado la mayoría.
En términos generales, los que somos apasionados del deporte de las patadas, sentimos mucho que los Potros “no hayan tenido los tamaños”, ni el deseo de ganarse el derecho de permanecer en Cancún, ya que quienes somos pioneros en esta ciudad esperábamos con ansiedad la llegada del Guadalajara, Cruz Azul, Pumas, América y cualquiera de los equipos del máximo circuito del fútbol de paga, porque aquí vivimos gente de todo el país y de diferentes ciudades del mundo, pero ya “ni modos”.
Ahora deseamos que el estadio Andrés Quintana Roo, que es más cómodo y más amplio que el Cancún 86, sea nuevamente la casa de los Pioneros, que tiene más de tres décadas de existir, desde que el licenciado y entonces presidente municipal, Joaquín González Castro dio el espaldarazo para que hubiera fútbol profesional, equipo en el que llegamos a ver jugar al papá de los hermanos Alejandro y Carlos Vela, “Kiko” Vela, a Jesús “Chinchay”, Fernando Cruz Pichardo, y José Guillén, entre otros, comandados por el yugoslavo y héroe nacional de su país, “Tiko”, aunque todo depende de la voluntad de las autoridades. La moneda está en el aire.