Brasil 2014 se disputa en 12 estadios en cuya remodelación o construcción se dio prioridad a la tecnología y la sustentabilidad, aunque no estuvieron libres de controversias por los retrasos y accidentes ocurridos en ellos.
El Maracaná, un ícono del futbol brasileño, fue remodelado para este Mundial, se cambiaron todos sus asientos y se le colocó un nuevo techo que capta agua para reuso.
Mientras que el Castelao, de Fortaleza -donde la Selección Mexicana disputó los partidos ante Brasil y Holanda- recibió el certificado internacional LEED por buenas prácticas de construcción, uso racional del agua y eficiencia eléctrica.
Sin embargo, la inversión de 11,000 millones de dólares del gobierno de Brasil para obras de infraestructura generaron protestas de sus habitantes y el cuestionamiento de si era necesario construir estadios en lugares donde no existe club que lo ocupe, como es el caso de Manaos.
Una posibilidad que se ha planteado oficialmente es que al concluir la Copa Mundial, la Arena Amazonia sea convertida en cárcel de paso, ya que no existe un equipo de Primera División en Manaos. Mientras un sector defiende su uso deportivo, el costo de mantenimiento limite.