Más que guerreras, son diosas del waterpolo. Su leyenda se extiende más allá de los confines de una piscina, su recuerdo será en forma de medallas que cuelgan del cuello. Subcampeonas olímpicas, dominadoras del mundo y, está por ver, primeras o segundas de Europa. Para eso habrá que esperar a la final continental del torneo (el sábado, 18.00 horas) frente a Holanda, a la que se han clasificado tras una nueva lección de pundonor. Triplete para las chicas de rojo, que lo son también de oro a tenor de sus éxitos en los últimos años. Coleccionistas de metales durante tres años asombrosos. De la nada, al todo. Y lo que queda.
Las jugadoras a las que Miki Oca ha convertido en un bloque han eliminado en semifinales a Hungría por 8-9 (2-2, 3-3, 2-3 y 1-1). Ahora, en su piscina, en Budapest, hoy la hora del baño de verano. Algo nada nuevo, reiterativo, pues ya ocurrió también en los Juegos Olímpicos y en el Mundial. Tercer triunfo consecutivo, aunque con mucha intriga. Las españolas pudieron doblegar a las locales con más distancia si hubieran aprovechado las 12 superioridades, sin ir más lejos. Pero se ganó, que de eso se trataba. Y se aseguró el tercer podio en tres años.
El guión parecía escrito por un enfermo de los sobresaltos. Aquello no lo iguala ni Stephen King en sus años de esplendor. En una piscina con el agua hirviendo, con el ambiente calentando el líquido elemento con fuego en los cánticos. Aquello era como bañarse en lava. Sin embargo, la mayor distancia en los dos primeros cuartos fue para las chicas de rojo, cuando se adelantaron por 0-2 en los primeros compases gracias a Jennifer Pareja y Anni Espar. Sin embargo, las húngaras se sobrepusieron hasta igualar el marcador.
Éste volvió a acabar empatado, aunque a tres dianas, en el segundo acto. Las españolas desaprovecharon cinco superioridades y un penalti, en gran medida porque encontrar un hueco entre tanto bañador era como buscar un espacio para la sombrilla en Benidorm. Si no se hundieron en el agua las guerreras fue en gran medida porque Maica García recogió la puntería de Roser Tarragó, goleadora con 14 tantos durante el torneo e inédita esta tarde, aunque su acierto acabó en buenas manos. Nunca mejor dicho. La boya se destapó con tres goles en el segundo cuarto, que aumentaron a cuatro en el cómputo global. Un gol de su puño y letra, un penalti de Jennifer Pareja y la distancia con Hungría volvió al punto de partida, que se aumentó con un trallazo de Pili Peña para lograr la mayor diferencia de todo el partido. Tres tantos para creer, precisamente, en la tercera victoria seguida en las semifinales de una competición ante las mismas contrincantes. Aunque se alcanzara el último episodio del partido con uno de distancia tras una nueva remontada local.
Las chicas del gorro y el bañador rojo y las vestidas de azul jugaban en el abismo. Cada acción era una estrategia en la piscina de combate, en el que o se acaba en el fondo de la piscina o flotando de felicidad. Así hasta la extenuación. Cada defensa se asemejaba a una melé, mantener el balón controlado era como hacer equilibrismo en la cuerda floja. Por no hablar del juego subacuático, aunque esa es otra historia.