El comienzo
Cruzar nadando el Canal de la Mancha es un reto que puede convertirse en una gran frustración. Circunstancias imprevistas, como una mala pasada del clima, derrumban por completo una preparación física y mental que conllevó meses, por completo un sueño. La catástrofe emocional por quedarte a unas cuantas brazadas de la meta borra el alma. ¿Cómo levantarse del duro golpe? Marianne Álvarez pudo hacerlo.
Mirándose entera, repleta de salud y con un futuro por delante, se reconcilió con su alegría. No quiso intentar de nuevo el cruce porque ante sus ojos también apareció Scott Patterson, un hombre canadiense que quería nadar pese a no contar con sus dos piernas y pelvis, pese a tener un cuerpo mutilado como consecuencia de un accidente. Azares de la vida, ella era la maestra que él buscaba y él un alumno al cual enseñar.
“La natación es un deporte maravilloso que puede acoger a toda persona que lo quiera practicar”, señala Marianne. Scott tenía muchas ganas de hacerlo, y Marianne lo acogió para que lo lograra. Una alberca fue suficiente para que ambos pusieran manos a la obra, para afrontar y superar juntos un camino con algunos obstáculos como prejuicios, ignorancia, rechazo, falta de apoyos. Ella era feliz ayudando, compartiendo sus conocimientos y tiempo a alguien que lo requería, y él lo era por saber que contaba con una instructora que lo trataba como a cualquier otro ser humano y que le impulsaba a ser un gran nadador.
El tiempo transcurrió. Scott se convirtió en todo un atleta paralímpico de alto rendimiento siendo finalista en Seúl 1988 y Londres 2012, además de ganar la medalla de bronce en Salt Lake City en la competencia de Slalom gigante. Sus triunfos y avances fueron más allá del plano deportivo; trascendieron en lo social, en lo cultural, pero sobre todo en lo humano.
Un sueño
El ejemplo de Scott y la figura de Marianne sirvieron de motivación para que hombres y mujeres discapacitados se interesaran no solamente por la natación, sino también por encontrar personas y un espacio que les brindaran dignidad, además de permitirles plantearse retos en lo individual como metáfora de un canto a la vida.
Poco a poco nuevos atletas paralímpicos fueron forjándose bajo las enseñanzas de Álvarez y con el corazón inspirador de Patterson. Desde sumergirse por primera vez en una alberca a convertirse en deportistas, un grupo de nadadores ha decidido emprender un sueño, el mismo sueño que alguna vez tuvo su entrenadora: cruzar el Canal de la Mancha.
Siendo la primera mexicana en intentarlo, sorprendida por el objetivo que se trazaron sus alumnos, Álvarez asumió el compromiso de apoyarlos en la hazaña. Entrenándolos con base en la limitación física de cada miembro y preparándolos mentalmente, la instructora ha trabajado arduamente con ellos.
Será en los días finales del mes de junio cuando vayan por la proeza. Lleguen o no a la meta harán historia: será la primera vez que atletas paralímpicos intenten cruzar nadando el Canal de la Mancha bajo el concepto de relevos; siete atletas para superar el reto.