Estimados amigos de Diagonal Sport, un gusto saludarlos nuevamente, ahora con el tema:
“El Triángulo de Afectación”.
Metafóricamente hablando existe un triángulo en el ser humano que, lo que le pase a cualquiera de sus tres lados, afecta los otros dos. Estamos hablando de “pensamientos”, “sentimientos” y “palabras”.
- Lo que pienso, afecta lo que siento y lo que digo.
- Lo que siento, afecta lo que digo y lo que pienso.
- Lo que digo, afecta lo que siento y lo que pienso.
¿De qué nos sirve esta información?
La primera regla para que esto sea de utilidad, es que aprendamos a ser conscientes de nosotros mismos, el autoconocimiento. Que una parte de nosotros permanezca atento a:
- ¿Qué digo? ¿Por qué lo digo?
- ¿Qué siento? ¿Por qué lo siento?
- ¿Qué pienso? ¿Cuál es la raíz de este pensamiento?
Cuanto más nos conozcamos a nosotros mismos, más podemos hacer uso del autocontrol. De esta manera podemos controlar nuestros impulsos a decir o hacer, por ejemplo, algo de lo que podamos arrepentirnos.
Pongamos un ejemplo:
Podemos detectar que estamos enfadados con nuestra pareja por algo que dijo o hizo, y si no estamos conscientes de nuestro sentír que es de enojo, podemos comenzar a elaborar pensamientos que nos hagan enfadar aún más, al mismo tiempo que verbalmente podemos expresar nuestro enojo provocando una pelea o haciendo un gran problema que podría llevarnos a consecuencias no deseadas.
Al recordar que hay un círculo de afectación, podemos modificar conscientemente, de forma responsable, dicha afectación.
Sigamos con el ejemplo de la pareja:
Nuestra pareja dice algo que nos causa enojo. Dejándonos llevar por lo que sentimos que puede ser enfado o ira, podemos tener pensamientos tales como:
“Detesto que hable sobre eso”. “Otra vez lo mismo, me tiene harto”.
Pensamientos como los anteriores alimentan aún más el enojo, pudiendo llevarnos a un nivel mayor de ira. Al mismo tiempo podemos afectar negativamente lo que podamos decir en ese momento como podría ser:
“Lárgarte de aquí, ya no te soporto”. “Tú y tus tonterías de siempre”. Afectando negativamente la relación.
Si estamos conscientes de nosotros mismos, podemos afectar positivamente lo que pensemos y digamos, eligiendo y elaborando los pensamientos que deseamos. De esta manera, al decir nuestra pareja algo que nos cause enojo podemos elegir pensar:
“No lo hace con la intención de molestarme”.
“Hablaré con ella (él) cuando estemos solos para pedirle que no haga esos comentarios que me hacen sentir enojado”.
Pensamientos conscientes como los anteriores, afectan también lo que sentimos, de esta manera no aumentará nuestro enojo y podríamos optar por no decir nada en ese momento para evitar un conflicto, y más tarde resolverlo de una forma madura, honesta y mesurada, haciendo uso de una comunicación asertiva.
De la misma forma, podemos modificar lo que sentimos expresando palabras afirmativas en vez de negativas. En lugar de decir o pensar: “Detesto que llueva” podemos pensar: “Está bien que llueva, también es necesario”, o cuando sentimos miedo, en vez de alimentarlo con pensamientos que lo fortalezcan podemos optar por pensar: “Tengo todo para enfrentar esta situación y salir victorioso”.
Recuerda que tú tienes el control de tus pensamientos, que a la vez modifican lo que dices y lo que sientes. No es fácil, es cuestión de entrenamiento mental. Práctica, práctica y más práctica. Esto forma parte de la inteligencia emocional.
Mily Zavala Moreno.
Hipnoterapeuta.
Estudiante de Tanatología.
Curso manejo de emociones.
milyzavalam@live.com