Personaje emblemático y pionero de Cancún

Abel Durán Bautista, es chiva de corazón, estuvo en las fuerzas básicas en el equipo de Necaxa y fue uno de los fundadores de la liga de fútbol “Guillermo Cañedo” y en 1979 provocó que el propio Fidel Castro lo volteara ver

 

Por José Pinto Casarrubias

Originario de la ciudad de México, específicamente de la colonia ‘Salvador Díaz Mirón’, localizada a un costado de la Basílica de Guadalupe, Abel Durán Bautista llega a Cancún a los 27 años, -cuando se le conocía con el nombre de la ‘isla de los hombres solos”, pues eran puros trabajadores que llegaron al principio sin sus esposas-, conoció y vivió en diferentes ciudades, pero se enamoró de Cancún y llegó para quedarse y accedió amablemente a dialogar con Diagonal, para conocer un poco más de este importante personaje de nuestra ciudad.

Es chiva de corazón, estuvo en las fuerzas básicas en el equipo de Necaxa y fue uno de los fundadores de la liga de fútbol “Guillermo Cañedo”.

Don Abel Dirán nace el 5 de agosto de 1947, en una de las colonias más populares de la capital del país, es técnico en aires acondicionados y refrigeración, lo que le permitió viajar a muchos lugares, trabajando para compañías importantes, pero en 1973 le llaman para que pusiera la instalación del aire acondicionado del primer aeropuerto de Cancún.

Su infancia fue como la de cualquier niño de la capital del país, iba a la escuela, y estaba en las fuerzas básicas del Necaxa en el deportivo Israelita, pero de su casa al deportivo era un trecho largo y se tenía que levantar a las 5 de la mañana, sus padres lo apoyaban, pero a los 14 años su madre fallece, su padre se vuelve a casar, y el pequeño Abel decidió abandonar el hogar con tan solo 15 años, dejó la secundaria y tuvo que aprender un oficio.

 

“Ya después me metí a la escuela nocturna porque quería seguir los estudios y tenía que trabajar, lo que si dejé fue el fútbol y mi primer trabajo fue en un taller donde fabricaban resortes, pero no le vi mucho futuro, entonces me fui a un taller de refrigeración, me dio curiosidad saber como se armaban las lavadoras, comencé de ayudante, aprendí muchas cosas, pero lo de refrigeración lo aprendí en Acapulco…

…un buen día llegaron unas personas que querían que les forraran una camioneta para transportar mariscos de México a Acapulco, curioso, no de Acapulco al DF, y querían una caja refrigerada, yo los ayudé a instalar la máquina para refrigerar y es cuando me proponen ir a trabajar a Acapulco y me fui, con apenas 18 años, trabajé en la empresa ‘equipos para climas’, estoy hablando que en aquél momento, Acapulco era el boom turístico”.

 

Al principio le costó trabajo, pues no era técnico y se quedó como ayudante, para aprender, de hecho se quedaba más tiempo para ver a los maestros trabajar, su primera instalación fue en 1970, -cuando se celebró la Copa del Mundo en México- fue en la discoteca ‘Bocaccio 70’ y él la armó solo.

En Acapulco jugó fútbol, pero solo como distracción, un día llegó Mario Velarde a quien ya conocía, y le propuso hacer un partido de exhibición con el Necaxa y el equipo de la compañía, pero no hubo mayor oportunidad para seguir con los deportes, pues su trabajo era absorbente.

Le ofrecieron varios empleos, en uno de ellos le duplicaban el sueldo y aceptó, pero un año después se sintió estancado y decidió regresar a la ciudad de México, donde ya había nacido su hija, pues se casó muy joven, con Bertha Rueda Cortés, con quien tiene tres hijos, Claudia Abigail, Luis Edgar y Julio César. 

  

Pasaron 5 meses cuando de su empresa lo mandan de vuelta a Acapulco, pues el político y empresario Miguel Alemán –dueño de la compañía para la que trabajaba Don Abel- estaría en el puerto y querían que fuera a checar toda las instalación de la casa del político.

Un año después lo mandaron a un curso a Monterrey, donde permaneció tres meses.

 

“Yo llegué con ganas de aprender más, otros compañeros, como buenos jóvenes querían conocer y pachanguear, yo no, ¡yo vine a aprender! les decía, al término del curso, éramos 110 participantes, 17 ingenieros y 26 pasantes de ingeniería, el resto puros mecánicos, yo quedé en 5º lugar y la compañía quedó bien parada, incluso me ofrecieron trabajo allá, luego de dos años salgo de la compañía y empiezo a trabajar por mi cuenta, como contratista, empecé con un tallercito, hasta que vengo a Cancún”.  

 

Llega a Cancún para quedarse

 

En 1973 le llaman para que pusiera la instalación del aire acondicionado del primer aeropuerto de Cancún.

 

“Fueron 340 toneladas de aire acondicionado, se hizo el presupuesto y recuerdo que estaba en Mexicali cuando me informaron que habíamos sido los elegidos para hacer el levantamiento de este asunto y el 5 de enero de 1974 nos lo autorizan, dos días después llegamos a Cancún para trabajar, nos adaptaron una palapita en un campamento del antiguo aeropuerto para que viviéramos ahí, así estuvimos dos meses…

…por donde está el Parián había una chanchita de básquet y era donde se hacían los bailes, en aquél tiempo le decíamos la isla de los hombres solos, había puro trabajador, muy pocos llegaban con sus esposas, de hecho mi señora y mis hijos se quedaron en la ciudad de México, ya después los traje”.

 

Al mismo tiempo trabajó para la compañía Rual y Asociados que hicieron el Club Mediterrané y él fue el encargado de supervisar la instalación de aire acondicionado y refrigeración, entonces vio que había un buen futuro y ya con su familia en Cancún comenzó su gran aventura.

 

¡Que viva el Ché Guevara!

 

Abel Durán recuerda con una sonrisa, que en 1979 visitó Cancún Fidel Castro y don Abel con una boina y una banderita de Cuba estaba a unos cuantos metros del entonces mandatario antillano y gritó con todas sus fuerzas ¡que viva el Ché Guevara!.

 

“Volteó Fidel Castro, se cuadró y dijo, ‘que viva el comandante’, me voltearon a ver y me dijeron de todo, mejor lo omito, pero fue una linda experiencia, me dicen es una foto histórica y siempre contesto, histórico lo que grité”.

 

Por otro lado, nuestro entrevistado reconoce que al principio sus hijos sufrieron algo en Cancún, porque en su departamento de la ciudad de México contaban con todos los servicios y acá no. Vivieron en la supermanzana 63, por donde estaba la Cruz Blanca en una pequeña palapa, no tenían luz, llenaban sus tinacos con pipas, por lo que fueron meses difíciles sobre todo para sus hijos que estaban muy pequeños, pero con el tiempo se acostumbraron ya hora son orgullosamente cancunenses.

 

“Como no había mucho qué hacer, en mis ratos libres jugaba fútbol en el campamento, llevábamos un balón y en las noches echábamos cascaritas en lo que era el estacionamiento, ya con mi familia acá, pues les dedicaba más tiempo, en 1976, saliendo del aeropuerto, pasé a la bodega ‘El Teniente’, me compré una botella de vodka, pero cuando iba a mi coche me di cuenta que olvidé el jugo de naranja, me crucé al mercado Ki-Huic que no era de artesanías sino de abastos y me llamó la atención que había muchos locales vacíos, solo había una pollería, una carnicería, una tortillería, algunos de verdura y otro que vendía antojitos y ya…

…se acercaba mi aniversario de bodas y pensé regalarle un localito a mi esposa, se me ocurrió vender artesanías, pregunté, pero me dijeron que ya todos estaban rentados, sin embargo como yo ya había hecho relaciones con Fonatur, con el mismo presidente municipal Alfonso Alarcón Morali (el primero en Cancún), hablé con mis conocidos y me dieron las facilidades, recuerdo que tuve que vender mi carrito para que me dieran la concesión, lo obtuve, acondicionamos el local y me fui a comprar artesanías a la lagunilla en la ciudad de México, pues no conocía proveedores ni nada”.

 

Recuerda que había una joyería en el aeropuerto y habló con el dueño, le comentó y se ofreció a darle plata para que la vendiera en su local, y pieza que vendiera pieza que le pagaba y así fue creciendo su negocio, hasta que se alejó de su trabajo de los aires acondicionados. Puso varios locales, uno de ellos en Coral Negro, que con el tiempo vendió, pero sus inquietudes eran tantas, que formó un equipo de fútbol en el mercado Ki-Huic, cuando era delegado en el mercado, pero no había estadio, entonces se iban a cascarear a los terrenos de Fonatur.

 

Cristaliza uno de sus sueños y nace la liga “Guillermo Cañedo”

 

“Ya después se puso la cancha ‘aeropuerto viejo’ así se conocía y ahora es el estadio ‘Andrés Quintana Roo’, todos los equipos que había en ese tiempo, nos cooperamos para poner la luz, empastar la cancha, éramos como ocho equipos, de ahí nace la idea de hacer algo por los niños y en 1980, junto con Manuel Coello que jugó en el Atlante, Gerardo Mora y yo, platicamos la idea de formar una liga para niños y es como nace la ‘Guillermo Cañedo’, con la condición de que los padres no entraran con cervezas ni nada de eso, además no se les iba a cobrar nada…

…se pensó en que cada equipo inscrito tuviera un patrocinador, para que les dieran zapatos, uniformes y que no pagaran arbitraje, ¡si se puede les decía¡, pasaron como 15 días, aterrizamos el proyecto y empecé a hablar con los patrocinadores para que apoyaran para las porterías, se pensó en los sábados por la mañana para los juegos, con canchas divididas a la mitad, conseguimos varios campitos, como el de Pony, frente al PRI e iniciamos con los equipos Pumitas, Quetzalcóatl, Halcones, Foto Omega, Taquitos DF, Foto Güémez, Cachorros Bonfil, Barcelona y México, con el torneo Independencia patrocinado por el PRI”.

 

Y es que nuestro entrevistado explica que no había nada para que los niños jugarán o se distrajeran.

Las primeras figuras que salieron de esta liga fueron “El Topo” Moguel, Jesús Magallanes “El Macaco”, Jorge Licona, mientras que Juan Bautista, Guillermo Ojeda y Jorge Franco, fungieron como árbitros del torneo. Ya más tarde salieron otras figuras como los hermanos Vela y Miguel Sabah.

Si bien iniciaron en 1980 esta liga, se hizo oficial un año después, el nombre fue a sugerencia del propio Abel Durán, pues consideró que el vicepresidente de la FIFA, Guillermo Cañedo había hecho mucho por el fútbol, e incluso se pensó en él para que inaugurara dicha liga, pues conocía a la secretaria de Cañedo, habló con ella y le gustó la idea, al final de cuentas no pudo venir Don Guillermo Cañedo por cuestiones de salud, pero con ese nombre quedó la liga.

Pasaron los años, los fundadores siguieron con otras actividades y dejaron la liga en manos de René Larrocha.

 

Impulsor del deporte

 

Don Abel Durán ha recibido diversos reconocimientos por impulsar al deporte cancunense, lo que le da mucho gusto, pues entiende que pudo sembrar esa semillita para las próximas generaciones, aunque le hubiera gustado más, que sus hijos fueran futbolistas.

Actualmente considera que la liga mexicana de fútbol es de intereses, es de mercadotecnia y a nivel local recordó que a finales de los ochentas Pioneros debió llegar a la primera división, pero por problemas de infraestructura no era posible y piensa que el juego contra Gallos Blancos estuvo arreglado para que estos últimos ganaran.

Sobre el Atlante, dijo que fue positiva su llegada, pues motivó a muchos niños y jóvenes, además provocó que la Federación, voleará más al sur del país, pero algo pasó en el camino y los Potros descendieron. Mencionó que con el apoyo que hoy en día tienen Los Pioneros, seguramente llegarán a la liga de ascenso, pues hay material en el terreno deportivo y pronostica mejor futuro para Pioneros que para el nómada Atlante.   

De esta forma, concluimos esta amena charla con Abel Durán, sin duda un gran personaje y pionero de Cancún, quien solo de recordar tantas anécdotas de su vida se emociona y manda un afectuoso saludo a los lectores de Diagonal.

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