A lo largo de su trayectoria ha utilizado 4 nombres: Pantera Rosa, Aguila Real, Silueta y…
Con 38 años en los encordados, 22 máscaras, 5 cabelleras y tres campeonatos, relata sus inicios en el pancracio. Ha forjado a 17 luchadores profesionales: Tritón y Envidia, dos de ellos: Lamenta que las autoridades no otorguen el apoyo necesario al no ser un deporte de competencia.
Sergio Masté
Enclavado en una de las regiones populosas de Cancún, en un terreno común, pero no corriente porque al ingresar al local te topas con un ring reglamentario, y las paredes lucen llenos de pósteres de lucha libre, en una pequeña esquina unos aparatos para realizar deportes. En ese lugar, un legendario luchador imparte clases a jóvenes y adolescentes, alejándolos de las “garras” de los vicios, contribuyendo con su granito de arena para una mejor sociedad.
El rudo Silueta del Caribe, con 38 años en los encordados, 22 máscaras, 5 cabelleras y tres campeonatos, nos relata sus inicios en el pancracio.
“La vocación de la lucha libre creo que es de familia, de la sangre; mi padre estuvo inculcándonos en la familia siempre lo que era el toreo, unos querían ser toreros y otros cirqueros, eran dos cosas que a mi padre le gustaban mucho, pero desafortunadamente no se nos cumplió ese sueño porque en la familia no hay ningún torero ni ningún cirquero pero hay un luchador, pero yo lo he catalogado de esa manera porque va agarrado más o menos de lo mismo porque si hablamos de circo, maroma y teatro eso es la lucha”.
Originario de la ciudad de los Reyes Magos, nació el Día del Niño, y es el más pequeño de una familia de 7 hermanos, número considerado mágico porque se compone del sagrado número 3 y del terrenal número 4, pero desafortunadamente para él a esa edad, a los 7 años, quedó huérfano de padre. “Mi madre se hizo cargo de toda la familia ella fue mamá y papá a la vez”.
• PIONERO DEL DEPORTE DE LOS COSTALAZOS
Es pionero del deporte de los costalazos en este polo turístico. Inició de adolescente su carrera en el lejano 1976. “Empezamos a entrenar lucha libre aquí en la ciudad de Cancún en la plaza de toros, que se encontraba en la Chichén-Itzá, que estaba donde se ubica ahora la agencia de la Coca-Cola. Nos entrenaba el Corsario de Hunucmá y León Rojo y las funciones las realizaba todos los sábados José Luis Vallejo”.
Debuta con el nombre de la Pantera Rosa, emulando a los que utilizan los nombres de personajes de caricatura, como Súper Ratón y Súper Pinocho. Su complexión lo ayuda. “Lo personificaba con todo y show en el ring: la máscara, el sombrero, el bastón, todo, era yo delgado o mejor dicho sigo todavía delgado”.
Cuando acaba la euforia de los personajes y para no quedar en el olvido, además de utilizar la máxima de renovarse o morir, se da a la tarea de buscar un nuevo nombre. Así nace el Aguila Real, el cual toma de una película de moda de Antonio Aguilar y subía al ring con la canción de fondo. Por tres años utilizó el sobrenombre.
Haber abandonado el grupo de luchadores locales para entrenarse con el papá de Martha Villalobos, Francisco Villalobos, le costó. Pese a la experiencia que tenía por haber ido entrenar por una temporada a México, en uno de los mejores gimnasios, no lo contrataban para las funciones locales.
Pero no hay mal que por bien no venga. Relegado de los grupos locales iniciaron las oportunidades para trabajar en otras partes, por ejemplo Cozumel, Chetumal y Mérida; “Es ahí cuando llega aquí a la ciudad de Cancún el luchador Supersónico, un amigo, es paisano, también nació en Tizimín, Yucatán, tenemos una bonita amistad y de ahí nace solo el nombre de Silueta” . El tercer mote que utiliza en un cuadrilátero.
Su cuarto y último nombre de batalla nació hace 28 años de una singular manera. Nos cuenta ese momento.
“El promotor Fayo Solís nos invita para participar en funciones en Mérida, Yucatán, y en la inauguración del Polifórum, participan el Vampiro Canadiense, Pierrot de Puerto Rico, que es más mexicano que el nopal pero se dice puertorriqueño, y al momento de anunciarme dicen ‘Silueta del Caribe’, porque venía de Cancún, muchos compañeros que dijeron que reclamara, pero no, al contrario me gustó”. Así nació Silueta del Caribe, de las voz del promotor Fayo Solís, para quedar acorde al momento.
• SUS GRATOS RECUERDOS
Como si fuera ayer, con una memoria juvenil que ya quisieran muchos, recuerda el momento que ganó su primera máscara, se emociona, su rostro lo refleja. Se carcajea.
“En 1979 desenmascaré al Capitán del Caribe, la primera de los 22 que he ganado, es socio actual del Sindicato de Taxistas se llama Héctor Daw Espadas; pero sin duda una de las más representativas es cuando le gané la tapa al hijo del Huracán Ramírez”.
Confiesa que no poco le importaban las cabelleras, pero aún así consiguió cinco y la que más recuerda era la del Cachorro papá, porque era un luchador considerado una carta fuerte de Yucatán, pero en su manos quedó pelón.
La leyenda que hereda sus conocimientos conoció toda la República mexicana y parte de Estados Unidos, estuvo a punto de partir a Japón a un evento llamado “Lucha y fiesta”, pero a última hora se cayó y no se concretó ese sueño. Fue campeón mundial ligero dos veces y campeón de parejas. Pero un día le surgió la oportunidad de dar clases de lucha olímpica en una High School en Denver, Colorado, Estados Unidos. Lugar donde permaneció 4 años, de ellos muestra con orgullo reconocimientos obtenidos durante su estancia en aquel estado norteamericano.
Con el pasó de “Wilma” en esta bella región del Caribe mexicano, Silueta del Caribe decide regresar, tenía dos grandes motivos para hacerlo: su madre y una hija que está en silla de rueda, pero también con el “gusanito” de realizar una escuela del deporte de la lucha libre, que fue uno de los motivos por lo que se había ido a Estados Unidos, trabajar y juntar recursos para concretar uno de sus sueños.
La lucha libre no solo le dejado grandes satisfacciones, también le ha dejado secuelas de las diversas fracturas que ha tenido a lo largo de su vida luchística. Consciente de ello y de que ya no puede desempeñarse al 100%, pero con el ímpetu a flor de piel de salir algún valiente que lo enfrente en el ring, trasmite su sapiencia a los jóvenes que les gusta el deporte de los costalazos.
Con la diferencia de cuando él aprendió, ahora tiene un lugar digno para entrenar a los jóvenes, sin carencias, sin tarimas o sobre pedazos de cartón o alfombra, un sitio creado ex profeso para su actividad que le apasiona.
• SU GRANDES SATISFACCIONES
Varios de sus alumnos ahora brillan por luz propia, 17 para ser exactos, y quizás alguno de ellos le suene el nombre: Dragón de oro, Huracán del Caribe, Aguila de Acero, El Último Angel, Mundaca, Príncipe Olmeca, Envidia y Tritón, son algunos de ellos, y se desempeñan en empresas locales, en la Triple A y en el Consejo Mundial de Lucha Libre.
Lamenta que la lucha libre no reciba el apoyo por parte de las autoridades por no ser un deporte de competencia.
“No hay ningún apoyo, al contrario, nos marginan y eso nos decepciona; la gente que invierte en la lucha libre sabe que no es un negocio, lo hacemos por amor a la camiseta, por amor al deporte, por hacer que los jóvenes que andan en la calle no se inclinen a algún vicio, esa es la razón por la cual estamos aquí y estamos tratando de brindar nuestros conocimientos de la lucha libre”.
Sobre las adaptaciones a la lucha libre, afirma no estar de acuerdo, pero que está consciente que hay que ir adaptarse a la circunstancias.
“Las exigencias del público nos obliga a adaptarnos a lo que el público quiere ver, entonces tenemos que ir creciendo y evolucionando; la gente quiere ver algo más real, quiere ver sangre, quiere ver lucha de escaleras, lucha de mesas, que prácticamente se van perdiendo un poquito las raíces de la lucha libre porque la verdadera lucha libre es a ras de piso; cuando empiezan los vuelos y cosas, no nos agrada mucho, pero sin embargo tenemos que ir aceptándolo”.
Si hay alguien en el medio luchístico que Silueta del Caribe odia deportivamente es al El Mercenario, un coraje porque en una lucha de apuesta de máscaras nunca llegó a esa función y le faltó el respeto al público.
“Ante la inasistencia del luchador y ante un palco abarrotado, opté por desenmascararme, el público fue a ver a un luchador sin tapa y pagó un boleto, por ello en mi mente pasó que debía cumplir al no presentarse ese luchador. Pero el público, no me lo permitió, no quiso mi máscara, por ello Silueta del Caribe sigue vigente, hoy más que nunca”.
Con la oportunidad de estar en una de sus clases, observamos a una gran familia unida por el deporte, la convivencia y los consejos a la orden del día. Con ello pedimos ojalá existieran muchos Siluetas del Caribe para apoyar a la juventud cancunense y no se pierdan en el pandillerismo y el alcohol.
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