Jorge Carlos Vergara Madrigal (Guadalajara, 3 de marzo de 1955) era un empresario de éxito, pero con pocos reflectores públicos, hasta que en 2002 logró lo impensable: comprar a las Chivas del Guadalajara.
La misma llegada del hoy propietario del Rebaño Sagrado es una polémica por sí misma. Sus operadores financieros aseguran que hizo un “negocio de saliva”. No tenía dinero. Convenció a quienes entonces tenían un certificado de aportación del Club Deportivo Guadalajara para convertir la institución en una Sociedad Anónima y les pagó en abonos.
Sus primeras controversias no tardaron. En época de “campaña”, cuando buscaba convencer a los socios de venderle, llamó al entonces timonel, Daniel Guzmán, “técnico de tres pesos”. Prometió entonces traer al mejor del mundo. Despidió al Travieso, pero nunca llegó el renombrado entrenador con que hizo soñar a la afición.
También peleó con jugadores. En 2006, llamó “mercenarios” a Carlos Salcido y Oswaldo Sánchez, por no asistir a la celebración por los 100 años del equipo, pues se encontraban con la Selección Mexicana que se preparaba de cara a la Copa del Mundo y, según él, promover entre el resto del plantel la molestia por tener que tomar parte de los eventos de sus patrocinadores.
Jorge es un ave de tempestades, con maestría para correr técnicos. La lista desde 2002 es ya de 20. Todos despedidos por las más diversas razones, algunos por ser amigos de los jugadores, otros por no jugar de acuerdo a la “filosofía” del equipo y unos más por simplemente contradecir al dueño.
Pero nunca alguno fue echado por algo tan grave como lo que ocurre con La Volpe y el supuesto acoso sexual a la podóloga del equipo, para mantener a Vergara en el ojo del huracán.
LAVOLPE
Ricardo Antonio La Volpe Guarchoni (Buenos Aires, 6 de febrero de 1952) es un hombre acostumbrado a la polémica. Desde su llegada a México, como portero del Atlante, en 1979, se ha convertido en un personaje que da siempre pie a la controversia. Sin embargo, nada de lo que durante 35 años protagonizó en este país fue tan grave como el actual escándalo que vive tras ser despedido de Chivas por una denuncia de acoso sexual.
A los 62 años, sus palabras siguen atrapando la atención. Pero su historia en este país fue desde el principio así. En su temporada de debut fraguó la que hasta ahora es su mayor enemistad. En la primera vuelta de la temporada 1979-1980, la naciente figura de Hugo Sánchez le hizo un gol de chilena. Con el «sello de la casa», el entonces Niño de Oro superó al que venía de ser campeón del mundo como tercer arquero de Argentina, en 1978.
Su ego es grande en proporción a la seguridad que tiene de sí mismo. Por eso no podía soportar tal afrenta: «Ni en 100 años me volverá a meter un gol así», sentenció. En la segunda vuelta de la misma temporada, se vieron las caras nuevamente. Otra acrobacia aérea del que después ganaría cinco Pichichis en España. Nueva chilena. Nuevo golazo. Y el orgullo de La Volpe derrumbado.
América, en 1996, significó su segunda oportunidad al frente de un cuadro importante. Un nuevo fracaso, del que se recuerda la goleada de 5-0 sufrida ante el Guadalajara, en el estadio Jalisco. Su consagración definitiva fue con el Atlas, con el que llegó a una final en 1999. Ahí, dejó claro que su buen estilo de juego compensa la carencia de campeonatos.
Precisamente cuando estaba al frente de los Rojinegros surgió su otra gran enemistad: Cuauhtémoc Blanco. El entonces futbolista del América marcó un gol a los Zorros en el Estadio Azteca. Corrió hacia la banca visitante. Se recostó frente a Ricardo Antonio. El técnico sonrió y guardó en su memoria la afrenta. Se la cobró en 2006, cuando dirigía a la Selección Mexicana y dejó al Temo fuera de la Copa del Mundo de Alemania.