TRES MAGNÍFICOS Y UN MARCIANO

Márquez gana en Montmeló su séptima carrera consecutiva en una prueba épica, repleta de adelantamientos y toques entre los cuatro mejores pilotos del momento

 

Los hubo de mil maneras y colores, tantos fueron sus protagonistas. Los hubo por todas partes: a final de recta, en plena chicane, en la quinta curva, en la décima… Pero uno fue el ganador: el adelantamiento vencedor fue el que le hizo Márquez a Pedrosa en la última vuelta. Un cambio de dirección delicioso, un pim-pam y te gano la posición. Y el joven campeón, la ambición brutal, el atrevimiento intacto, suma la séptima victoria consecutiva de la temporada, desde la primera carrera del año, en Qatar, hasta esta última, en Cataluña, la tierra que le vio nacer y convertirse en el gran ídolo del momento del motociclismo mundial.

Y el joven campeón, la sonrisa siempre a punto, amplía el muestrario: gana en soledad, como perseguidor y como perseguido, gana los duelos, y también las batallas cuando los rivales se multiplican, como este domingo en Montmeló, donde volvieron los llamados cuatro magníficos. Ya no está Stoner, pero sí un Márquez que todo lo puede. Un piloto capaz de cambiar su estilo según le siente el circuito al que se enfrenta. En el catalán atacó las curvas de forma diferente: en lugar de derrapar a la entrada como está haciendo esta temporada, optó por entrar rápido y pasarse el ápice de la curva para aprovechar la aceleración en la salida. Es más arriesgado. Y los errores se notan más, como se vio. Pero le molestaban los pianos altos de Montmeló y como iban a seguir en el mismo sitio decidió ser él quien se adaptara a la pista pasando menos tiempo inclinado. Es solo un detalle, pero define su habilidad. (agencias)

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