*»Me duele pensar que algún día tendré que decir adiós a esta etapa de mi vida, pero eso significa que todo valió la pena». Una anécdota que le hace sonreír es su insistencia por recibir medallas en competencias en las que no ganaba.
Por Andrés Dávila
Brenda Portocarrero Meza, una joven nadadora con un espíritu inquebrantable, comparte su experiencia y pasión por el deporte. Para ella, cumplir objetivos no solo significa representar a su país y a su escuela, sino, más importante aún, representarse a sí misma. «El gusto que me da el representarme a mí misma y el sentir que soy capaz de lograr lo que quiero es lo que me encanta de mi deporte», explica. A lo largo de su trayectoria, Brenda ha enfrentado retos y obstáculos, como la falta de apoyo en competiciones.
A pesar de ello, siente que esforzarse más para alcanzar sus metas solo aumenta el valor de cada logro. «Siento que habría muchísimo más resultados si existiera un mejor ambiente y apoyo», menciona, añadiendo que no se trata de recibir regalos, sino de reconocer el esfuerzo y la dedicación de los deportistas. Reflexionando sobre su carrera, Brenda recuerda con nostalgia momentos que la han marcado. «Me duele pensar que algún día tendré que decir adiós a esta etapa de mi vida, pero eso significa que todo valió la pena». Una anécdota que le hace sonreír es su insistencia por recibir medallas en competencias en las que no ganaba. «Siempre le pedía a la señora que entregaba las medallas que me regalara una, porque a pesar de no ganar, quería sentirme parte del evento», recuerda.
Este deseo de reconocimiento se transformó en un motor para buscar el triunfo. Brenda también narra un episodio inolvidable durante un viaje a Grecia. La falta de un permiso para viajar con menores de edad llevó a su equipo a perder un vuelo, lo que obligó a una larga espera en el aeropuerto. Sin embargo, tras varios contratiempos, encontraron una solución inesperada: viajar en barco. «Recuerdo que tenía mucho miedo de que mis papás no supieran de mí, así que decidí mandarles un mensaje desde la tablet de mi papá, como en las películas», relata con una sonrisa. Su experiencia en el deporte la ha llevado a creer firmemente en la importancia de seguir la pasión. «Les recomendaría a todos que hagan lo que los haga sentir vivos, que no vean las limitaciones como un motivo para rendirse.
Mi papá, exfutbolista, me enseñó que hay que aferrarse a lo que realmente nos hace felices», dice. Brenda concluye con un mensaje inspirador: «No importa cuán cansados o esforzados nos sintamos, cada paso cuenta y vale la pena. Lo que importa es abrazar nuestras experiencias, incluso las malas, y convertirlas en parte de nuestro camino hacia el éxito». Su determinación y amor por la natación son un ejemplo brillante de cómo el deporte puede ser un vehículo para el crecimiento personal y la realización de sueños.