** Amante empedernido de la lucha libre, este gladiador de complexión imponente y espíritu indomable lleva 24 años trepándose a los cuadriláteros, la mayoría de ellos entregado al estilo que más lo apasiona: la lucha extrema. Para él, cada combate es un ritual de entrega, y cada golpe, una forma de trascender.
Por Sergio Masté
Ganar o perder no nos interesa”, suelta con desenfado Pig Destroyer, el de mayor voluminidad de la facción de la Puerquiza Extrema, una agrupación que se ha ganado su lugar en las arenas de todo México con sudor, sangre y actitud.
“La fama me llegó y no soy egoísta”, afirma sin titubeos. Más allá de títulos o victorias, Pig Destroyer se preocupa por dejar una huella imborrable en la memoria del público, sobre todo en quienes lo ven como ejemplo de autenticidad. “Quiero que me recuerden como un puerco carismático e irreverente, sin complejos”.
Con su máscara singular, su actitud desafiante y una conexión especial con el público que lo vitorea en cada función, Pig Destroyer no lucha por estadísticas, sino por pasión. Y esa, nadie se la puede quitar.
