* Blue Storm aprendió a volar antes de aprender a perder. Sus lances no eran simples acrobacias: eran mensajes al cielo, gritos de los antiguos ídolos que lucharon por fe, por pan, y por gloria.
Por Sergio Masté
Cuentan los cronistas del ring que, en una noche de tormenta, cuando los relámpagos partían el cielo y el trueno rugía como una multitud invisible, nació un niño destinado a volar. Su madre dijo que al primer llanto cayó un rayo sobre el tejado, y los vecinos juraron ver una silueta azul dibujada en la lluvia.
Ese niño se llamaría Blue Storm, el Torbellino Azul.

Desde pequeño sintió el llamado de la lucha libre como si las cuerdas del ring fueran cuerdas del destino. Creció en un barrio donde los gladiadores eran los verdaderos superhéroes y las máscaras eran coronas de honor. Su padre, El Relámpago Celeste, le enseñó que la máscara no se lleva en la cara, sino en el alma.
—Hijo, cada salto es una promesa y cada caída, una lección.
Blue Storm aprendió a volar antes de aprender a perder. Sus lances no eran simples acrobacias: eran mensajes al cielo, gritos de los antiguos ídolos que lucharon por fe, por pan, y por gloria.
Un día, la oscuridad descendió sobre la lucha libre. Los héroes se desvanecían y los villanos tomaban el poder. De entre ellos emergió Titan Infernal, un gigante cubierto de cicatrices y fuego, que juró borrar toda leyenda que no se arrodillara ante él.

Las arenas enmudecieron… hasta que un trueno volvió a sonar.
El Torbellino Azul había regresado.
La noche del combate, el cielo parecía contener la respiración. La multitud rugía como un océano en llamas. Titan Infernal lanzó su furia, destruyendo todo a su paso. Pero Blue Storm resistió. Cada golpe lo hundía, cada caída lo hacía más humano… y más invencible.
Cuando el gigante levantó los brazos para dar el golpe final, Blue Storm se impulsó hacia el cielo.
Y allí, suspendido entre la luz de los reflectores y el eco de la tormenta, ejecutó su técnica sagrada: El Vuelo del Huracán.
El impacto fue puro trueno.
Tres palmadas después, Titan Infernal yacía vencido.

Las arenas temblaron. El público lloró.
Los dioses del cuadrilátero habían hablado: el héroe había cumplido su destino.
Desde entonces, dicen que cuando una tormenta cae sobre la ciudad y un rayo ilumina el horizonte, una sombra azul cruza el cielo.
Es Blue Storm, el luchador que nunca dejó de volar,
el guardián de la máscara,
el héroe de carne y hueso
que se ganó su lugar entre las leyendas del trueno. ⚡