Por Andrés Dávila
Desde New Brunswick, Nueva Jersey, un joven mexicano se abre paso entre el trabajo duro, los entrenamientos y el anhelo de alcanzar el profesionalismo en el boxeo. Pablo Guillermo Torres Ramos, originario de Izúcar de Matamoros, Puebla, y criado en Oaxaca, platica con nosotros sobre su historia de vida, su inspiración familiar, los sacrificios diarios y su pasión por los guantes.

-¿Pablo, cómo empezó tu amor por el deporte?
-Desde niño me gustaron los deportes. Empecé con el fútbol y fui campeón de goleo en algunos torneos infantiles. Después practiqué atletismo, especialmente pruebas de velocidad y resistencia. Pero al final me incliné por el boxeo, sobre todo por influencia de mi papá.
-¿Qué papel tuvo tu padre en tu carrera como boxeador?
-Él fue boxeador profesional. Fue sparring de Ricardo “Finito” López, hizo una exhibición con Daniel Zaragoza cuando era campeón del mundo, entrenó con el “Cuyo” Hernández, y representó al Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Peleó aquí en Estados Unidos contra boxeadores como Joel Díaz y el “Pistol Parras”. En México, nadie logró vencerlo. Así que crecer viendo eso me marcó.

-¿Cuándo comenzaste tú con el boxeo?
-A los diez años. Mi papá me empezó a entrenar en casa, poco a poco. Aunque al principio también me gustaban otros deportes, como el fútbol, él siempre insistió en el box y terminé amándolo. Hoy tengo 27 años y sigo con ese sueño.
-¿Competiste a nivel nacional?
-Sí. Estuve seis años y medio en el Ejército Mexicano y dos de esos comisionado en la Selección Nacional de Boxeo del Ejército y Fuerza Aérea. En un nacional en Aguascalientes, donde representé a la selección del Ejército de la Ciudad de México, obtuve el tercer lugar. También representé a Hidalgo, aunque solo llegué a la etapa estatal.


-¿Por qué decidiste mudarte a Estados Unidos?
-Primero, para convivir más con mi papá, porque gran parte de su vida estuvo acá. De niño no pasé mucho tiempo con él. Pero también vine buscando un mejor futuro y oportunidades en el boxeo. Aquí he escuchado que apoyan más a los deportistas con talento y disciplina. Esa fue otra motivación.
-¿Cómo es tu rutina actualmente?
-Trabajo en jardinería, cortando pasto y todo eso. Me levanto a las 4:30 a.m., salgo a correr a las 5:15 por una hora, luego me alisto, preparo mi lunch y me voy a trabajar. Regreso a casa como a las 5 o 5:30 p.m., me baño y me voy al gimnasio a entrenar. Después ceno, organizo mis cosas y me preparo para el siguiente día. Así es cuando estoy en preparación.
-¿Qué te motiva a seguir, pese al cansancio?
-Hay días en que estás rendido, pero esa voz interna te dice: “Vamos, vamos”. Cuando tienes claro el objetivo, te levantas. Ahí, en la preparación, es donde se ganan las peleas. La disciplina es la clave del éxito, eso lo tengo muy claro.
-¿Te consideras un profesional?
-En lo laboral y deportivo, sí. Siempre doy el cien por ciento. Tal vez me pondría un nueve o un diez. Pero como persona, es más difícil evaluarse. Uno quiere hacer las cosas bien, pero también comete errores. Hay que reconocerlos.
-¿Cuál es tu golpe favorito?
-El gancho al hígado. Es elegante, es de la vieja escuela y hace mucho daño. No muchos lo tiran bien, pero es letal.
-¿Qué sigue en tu carrera boxística?
-Mi papá y yo estamos enfocados en seguir fogueándonos, hacernos más conocidos, que mis hermanos pequeños también sigan creciendo en esto. La meta es debutar como profesional y buscar quien nos ayude a lograrlo.
-¿Qué mensaje le dejas a los jóvenes que empiezan?
-Que si es su verdadero sueño, no lo suelten. Que se aferren, que se disciplinen. Yo soy un claro ejemplo de que con esfuerzo se puede avanzar. Tal vez no todo llegue rápido, pero con constancia se logra.
-¿Qué agregas a tu historia de vida?
-Que siempre he sido agradecido. Estar en comunión con Dios, ayudar cuando puedas, ser humilde. No perder de vista tus orígenes ni dejarte deslumbrar por lo que venga. El respeto, la educación y la disciplina son claves. Y siempre, siempre, representar a México con orgullo y honor.

En cada golpe, en cada madrugada fría, en cada jornada bajo el sol, Pablo Torres forja su destino. Su historia no solo es la de un boxeador; es la de un joven que no se rinde, que honra a su familia y que lucha por abrirse paso entre las cuerdas… y en la vida.




